Hoy
hemos llegado a Lang Co, un pueblo muy
pequeño situado en la costa central de Vietnam, entre Hue y Danang, en sleeper
bus desde Ninh Binh, vía Hue. Es uno de esos sitios fuera del
alcance de la Lonely planet, donde no
hay hordas de turistas, lo cual se nota y bastante, pues no hay nada que hacer
más que disfrutar de una playa paradisíaca para ti solito, o sea, una auténtica pasada. Lo único malo es que
llegar puede resultar complicado. Desde Ninh Binh hemos utilizado nuestro open bus ticket, un billete de autobús
que incluye las ciudades más importantes desde Hanoi a Ho Chi Minh City
(antigua Saigón) o viceversa, y hemos cambiado de autobús en Hue para llegar
hasta Lang Co. El problema es que el autobús nos ha dejado a varios kilómetros
de distancia del pueblo, por lo que hemos tenido que cargar con las mochilas y
patear más de una hora hasta llegar al pueblo, con el calor abrasador que
hacía, hasta encontrar hotel, aunque la jugada nos ha salido bastante bien,
habitación triple en un resort de “lujo” por 25 dólares para 3 personas con
desayuno incluido (no llega a 8 euros por cabeza). ¡Y con toda una playa para
nosotros solos! Después de 2 horas bajo un calor sofocante y un baño reparador,
mientras comíamos, en el mismo hotel nos han invitado a una fiesta que se
celebraba esa misma noche, ¡qué suerte! Íbamos a asistir a una auténtica fiesta
de teenagers vietnamitas. Después de
comer, siesta en la playa, bañito en el mar, bañito en la piscina del hotel
frente al mar y a disfrutar de la preciosa puesta de sol.
Una
vuelta en busca del epicentro del pueblo y un lugar donde cenar, y mira tú por
donde acabamos en un restaurante de lugareños donde el simpático dueño, sin
saber una palabra de inglés (solo la escueta carta de su local escrita en el
idioma de Shakespeare), nos ha deleitado con un arroz y unos noodles exquisitos
y cinco cervezas, la cena más barata y más agradable desde que estamos en
Vietnam, todo un descubrimiento. Después de tan suculento menú, de vuelta al
hotel a ver que nos ofrecía la fiesta a la que nos habían invitado. Nada más
llegar, nuestro anfitrión, del que no recuerdo el nombre, nos coloca en una
mesa en frente del escenario, nos saca un montón de latas de cerveza y nos trae
unos platos de comida. El espectáculo es de lo más folklórico. Un montón de vietnamese teenagers con las hormonas en
plena efervescencia, con los que compartimos escenario marcándonos unos dancings recordando tiempos pasados (y
no tan pasados) y haciéndonos fotos con los lugareños tras peticiones que
podrían parecer de matrimonio, todo ello regado con abundante cerveza, en lo
que hasta ahora ha sido nuestra primera borrachera gratuita desde que empezamos
el viaje. Realmente lo hemos pasado genial, ha sido un espectáculo increíble,
solamente ha faltado el típico karaoke vietnamita, aunque nosotros hemos
agradecido que no lo hicieran. Buenas noches, hoy estamos algo
“contentos”...jejeje