“Al amanecer, la pequeña expedición se reúne bajo una higuera gigante más
allá de Pokhara: dos sahibs blancos, cuatro sherpas y catorce porteadores...
Ojos castaños nos observan mientras pasamos...
La luz ilumina las blancas cumbres del Annapurna, que avanzan bajo el cielo, parte de la gran muralla que se extiende de oriente a occidente por espacio de casi 3000 km, la cordillera del Hymalaya: "la alaya" (morada) de "hima" (la nieve)”
Ojos castaños nos observan mientras pasamos...
La luz ilumina las blancas cumbres del Annapurna, que avanzan bajo el cielo, parte de la gran muralla que se extiende de oriente a occidente por espacio de casi 3000 km, la cordillera del Hymalaya: "la alaya" (morada) de "hima" (la nieve)”
Peter Matthiessen (The Snow Leopard)
Después de 3 meses danzando por
el sureste asiático y tras pasar 25 horas en el aeropuerto de Kuala Lumpur,
finalmente subíamos al avión que nos llevaría hasta Kathmandú, la capital de
Nepal. Hacía casi un año que esperábamos este momento. A pesar del cansancio
causado por no haber pegado ojo en toda la noche, la excitación era tal que
imposibilitaba la conciliación del sueño. Por la ventanilla del avión solamente
veíamos nubes. ¡Qué desilusión! Estábamos a punto de aterrizar y no habíamos
visto asomar ningún pico…Y de repente, ¡ahí estaba! La primera cumbre nevada.
Asomando levemente por encima del manto de nubes para darnos la bienvenida a
Nepal, el país donde habita la nieve.
Casi
un año antes, mientras le dábamos vueltas a la idea de iniciar nuestra
aventura, solamente teníamos claros dos destinos, Nepal y Nueva Zelanda. Y
también estábamos seguros de que sería Nepal el punto álgido de nuestro viaje,
por lo que a su vez era el lugar al que más ganas teníamos de llegar y el que
más miedo nos suscitaba, por aquello de no sentirnos decepcionados a causa de
habernos creado tan tremendas expectativas. Afortunadamente, íbamos a tardar
muy poco en comprobar que no nos habíamos equivocado y que estábamos en el país
más increíble que jamás habíamos visitado. El país que alberga más de la mitad
de los ochomiles (ocho, cuatro
compartidos con Tíbet: Everest 8848m, Kanchenjunga 8586m, Lhotse 8516m, Maklu
8463m, Cho Oyu 8201m, Dhaulagiri 8167m, Manaslu 8163m y Annapurna 8096m), y
que no pararía de sorprendernos en ningún momento, no solamente por sus
paisajes, que son sobrecogedores, sino también por su gran riqueza cultural, en
donde conviven multitud de etnias y de religiones.
Una
vez con nuestro visado de entrada en la mano y aún con las piernas temblando
por los nervios, salimos del aeropuerto y nos recibe una maraña de taxistas
hambrientos con la esperanza de cazarnos y aplicarnos, una vez más, un precio
desorbitado. Haciendo caso omiso conseguimos un transporte más económico que
nos llevará hasta el hotel, en el barrio de Thamel, donde nos esperaba nuestro
amigo Fran y mi cámara de fotos, que me había traído desde España. ¡Cuánto
tiempo! Así pues, después del reencuentro con Fran, fuimos a comer algo, pues
estábamos hambrientos, y a probar nuestra primera Everest bien fresquita.
Nuestro
primer encuentro con Kathmandú fue muy breve, pues llegamos a las 5 de la tarde
y apenas nos dio tiempo a darnos una vuelta para comprar un billete de autobús
hasta Pokhara, donde adquiriríamos los permisos para realizar el circuito del
Annapurna y aprovecharíamos para visitar las instalaciones de Sathi Sansar y
conocer de primera mano la increíble labor que realiza esta organización para
ayudar a niños con discapacidades, con sus programas de educación especial para
niños con parálisis cerebral, y actuando también en el seno de las familias y
la comunidad para facilitar la aceptación de los niños. Nos quedamos alucinados
del trabajo que realizan en Sathi Sansar (www.sathisansar.org).
El
objetivo de ir a Pokhara antes de empezar nuestro viaje por el Himalaya fue
únicamente para visitar la organización Sathi Sansar, además que parar aquí al
acabar el trekking y pasar unos días relajados lejos del bullicio de Kathmandú.
No es imprescindible ir a Pokhara para obtener los permisos para el circuito de
los Annapurna, se pueden obtener en Kathmandú en la oficina del NTB (Nepal Tourism
Board) Ubicación oficina NTB en Kathmandú. Nosotros los obtuvimos en la oficina de Pokhara, situada en la calle
Rastra Bank Road, en Damside (a unos 10-15 minutos andando desde la estación de
autobuses. No os dejéis engañar por los taxistas, que os intentarán cobrar de
150 a 300 rupias por un trayecto muy corto. Aquí tenéis unos mapas de la
oficina del NTB/ACAP en Pokhara: Ubicación oficina ACAP en Pokhara
Allí te pedirán 1 foto tamaño carné para la tarjeta de registro (o tarjeta TIMS = Trekkers’ Information Management System) y 1691 rupias (casi 17 euros). Junto con esta tarjeta (de color verde si vas por libre o azul si realizas el trekking con guías y porteadores) debes rellenar un formulario de registro con el circuito que realizarás y la duración aproximada, con el objetivo teórico de poder proceder a tu búsqueda y rescate si tuvieras algún percance durante el trekking. Este registro era gratuito hasta hace 2 años, en que el gobierno, viendo el creciente número de turistas que frecuentan el circuito, decidió imponer la tasa de 1691 rupias con el objetivo de sacar beneficio, obviamente.
Allí te pedirán 1 foto tamaño carné para la tarjeta de registro (o tarjeta TIMS = Trekkers’ Information Management System) y 1691 rupias (casi 17 euros). Junto con esta tarjeta (de color verde si vas por libre o azul si realizas el trekking con guías y porteadores) debes rellenar un formulario de registro con el circuito que realizarás y la duración aproximada, con el objetivo teórico de poder proceder a tu búsqueda y rescate si tuvieras algún percance durante el trekking. Este registro era gratuito hasta hace 2 años, en que el gobierno, viendo el creciente número de turistas que frecuentan el circuito, decidió imponer la tasa de 1691 rupias con el objetivo de sacar beneficio, obviamente.
Una vez obtenida la tarjeta TIMS, pasamos a
una segunda sala donde se obtiene el permiso de entrada para la región del
Annapurna. Aquí nos pidieron 2 fotos tamaño carné y 2000 rupias por persona (20
euros). Rellenas el formulario, pagas la tasa, te entregan un tríptico con
información básica y un perfil del circuito y después de esperar unos minutos
te llaman por tu nombre para entregarte el permiso de entrada. Las oficinas
abren todos los días del año, de 9 am a 5 pm de Febrero a Noviembre y de 9 am a
4 pm de mediados de Noviembre a mediados de Febrero.
Una cosa a tener en cuenta es que no te
facilitan ningún mapa del circuito. En principio no es imprescindible, puesto
que es un camino muy transitado y perfectamente indicado. De todas maneras,
siempre es recomendable llevar algún instrumento que nos ayude a orientarnos en
la montaña, y un mapa, desde mi punto de vista, es imprescindible.
A partir de ese momento…¡a disfrutar!
Después de conseguidos los permisos nos
quedaba la ardua tarea de encontrar una habitación económica, y después de dar
varias vueltas por la zona de Lakeside, encontramos una habitación triple por
600 rupias la noche (6 euros, para 3 personas), con baño, agua caliente y wifi,
¡un lujo!
Pasamos dos noches en Pokhara, una ciudad
donde el turismo de montaña queda patente desde el minuto cero, llena de
pensiones, hoteles, restaurantes así como de tiendas con material para los
deportes de montaña, artesanía, libros, etc., y donde la calidad de los
productos deja muchísimo que desear, que nadie caiga en engaños ante precios
“económicos”. Aun así, es un buen lugar donde encontrar material de alquiler
para el trekking. Nosotros alquilamos unos sacos de dormir por 50 rupias al día
(0,5 euros). Muy importante comprobar las cremalleras de los sacos y el cosido
de los mismos. Nosotros nos pasamos una tarde comparando tiendas y abriendo y
cerrando las cremalleras de manera contundente, doblando y estirando con fuerza
los sacos, antes de alquilar los que nos llevaríamos. Toda precaución es poca y
no hay que arriesgarse a que se te rompa el saco a casi 5000 metros de altura…Además,
compramos también pastillas potabilizadoras de agua (por 200 rupias = 2 euros)
que nos servirían para no pasar sed durante el trekking, y algunas provisiones
que nos sirvieran de tentempié durante las largas jornadas que nos esperaban.
El
día previo al inicio del circuito lo empleamos en visitar la escuela de
educación especial de la organización Sathi Sansar, que conocimos a través de
nuestro amigo Fran. Así que después de desayunar nos pusimos manos a la obra y
llegamos a la escuela después de una buena caminata que nos sirvió para
desentumecer las piernas de cara al día siguiente. Estuvimos toda la mañana
charlando con la directora del centro, que nos explicó los entresijos de la
organización y su método de trabajo con los niños, con sus familias y con la
comunidad en que se encuentran y nos realizó una visita guiada por el centro
explicándonos con todo detalle las diferentes modalidades de aprendizaje que
desempeñan así como las estrategias y objetivos que persigue la organización. Y
a continuación pudimos comprobar por nosotros mismos los espectaculares avances
que logran los niños después de un tiempo en la escuela con una atención y unos
profesionales adecuados y dedicados. Es digno de admirar cómo trabajan estas
personas y nos daba pena no poder servirles de ayuda y no poder acudir este año
con nuestra propia organización a Bolivia. Pero otro año será, sin duda.
Estuvimos un buen rato con los niños, que nos sacaron unas cuantas sonrisas
mientras intentaban demostrarnos sus conocimientos de inglés, dibujo y sobre
nuestro país. Pasamos un tiempo increíble en el centro y hubiésemos pasado
mucho más, pero no podíamos hacerlo para no perturbar sus clases, pues nuestra
visita les había creado una gran excitación y no era nuestra intención desviar
su atención ni interrumpir su
rehabilitación. Salimos de Sathi Sansar agradecidos y felices de ver cómo se
pueden conseguir progresos con una buena actitud, ganas y haciendo las cosas
correctamente.
Después
de una buena dosis de esperanza poco podíamos hacer el resto del día salvo
acabar de atar los detalles de cara al trekking, comprar los billetes de
autobús hasta Besi Sahar, el punto de inicio y rehacer las mochilas cuarenta
veces hasta altas horas de la noche hasta que estuvieron completamente listas y
a dormir, que nuestra siguiente jornada empezaba con madrugón a las 5 de la
mañana.
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