La esencia de Vietnam
En Vietnam todo es susceptible de ser copiado. En cualquier rincón encuentras una imitación, da igual de qué se trate, ellos ya lo habrán copiado...pero en esta ocasión fueron demasiado lejos.
Bahía de Halong
Vendedora ambulante en medio de la Bahía de Halong.
Angkor Wat
Visitando el edificio principal del recinto de Angkor, al que da nombre. Un edificio majestuoso, bello y lleno de historia.
Annapurna Circuit
Caminando por el Himalaya, rodeando el macizo del Annapurna, encontramos recónditos e increibles paisajes como el valle donde se encuentra el colorido pueblo de Tal.
Himalaya indio
Impresionantes vistas aéreas de los picos nevados de la cordillera del Himalaya en su parte más oriental, al norte de la India, en Ladakh.
30 de septiembre de 2012
La belleza de la Tam Coc
Después
de abandonar Cat Ba, nos dirigimos hacia Ninh Binh, una pequeña ciudad al sur
de Hanoi y un lugar donde disfrutar de unos increíbles paisajes kársticos (que
son la tónica en toda la península de Indochina) muy similares a los de la
bahía de Halong, pero esta vez en lugar de estar rodeados de agua, lo están de
arrozales.
La ciudad en sí no tiene mucho que ofrecer y
no tiene ningún encanto, pero es una buena base de operaciones para alquilar
una bicicleta o una moto y visitar los alrededores. Eso hicimos. Alquilar unas
bicicletas vietnamitas, con cesta delantera incluida, en plan Verano Azul, e ir
hasta la Tam Coc, un canal de agua artificial rodeado de espectaculares
paisajes kársticos donde subirse a una pequeña barquita manejada por lugareños
que utilizan los pies para remar, atravesando pequeñas grutas y disfrutando de
la tranquilidad del lugar durante un par de horas.
Tras el viaje en barca, se puede continuar
pedaleando por los alrededores y visitar diferentes cuevas y santuarios.
Nosotros, en lugar de eso, nos perdimos con nuestras bicicletas por entre medio
de los arrozales para alejarnos de la carretera principal y descubrir pequeños
pueblos y asentamientos en donde poder aprender algo del día a día de los
vietnamitas.
Quizá Ninh Binh no sea un lugar al que
dedicarle más que un par de días a lo sumo, aun así, a nosotros nos sorprendió
gratamente, superando con creces las expectativas, y al menos en nuestro caso,
lejos de la marabunta de turistas (principalmente chinos) de otras zonas de
Vietnam. Un lugar precioso.
29 de septiembre de 2012
Bahía de Halong, haciendo amigos
Al día
siguiente empezaba nuestro particular periplo por Halong Bay. Antes de embarcar fuimos a aprovisionarnos bien, 5 garrafas
de 5 litros y una caja de 24 latas de cerveza, pues los tours por la bahía
nunca incluyen las bebidas. Imaginaros la cara que se le quedó a la tripulación
del barco cuando nos vio aparecer con el cargamento, pero la pela es la pela. Y
con nuestras sonrisas de oreja a oreja subimos al barquito con toda la ilusión
del mundo.
Poco
duró nuestra emoción. Justo lo que tardamos en entrar a nuestro camarote.
Inmediatamente la sonrisa se borró de nuestras caras y dio paso a una mueca de
horror y frustración al ver a una de nuestras adorables amiguitas de 6 patas.
Allí estaba, tras la puerta, panza arriba, disfrutando de la morada invadida, y
pidiendo a gritos ser pisoteada ¡Zas! Adiós adorable amiguita. A pesar de
blindar la habitación intentando tapar todos los agujeros existentes a nuestro
alcance, la plaga de pequeñas amiguitas era inevitable y poco podíamos hacer
que intentar olvidar el asunto y disfrutar del viaje, y así hicimos, aunque con
esfuerzo. Ya no fuimos capaces de dormir en el camarote ninguna de las 2
noches. La primera en cubierta, aunque sin cucarachas también la hubiéramos
pasado arriba, ¡qué calor hacía en el barco! La segunda, hacinados en 2
“sofás”, pues hubo tormenta y no pudimos utilizar la cubierta. Al día siguiente
no éramos capaces de poner la espalda recta.
A pesar
de este contratiempo, el viaje por la bahía de Halong fue espectacular. El
paraje es sensacional, indescriptible. Por todas partes sobresalen peñones
kársticos coronados por pequeños y espesos bosques que sin querer te trasladan
a un pequeño mundo perdido en donde en cualquier momento pueden aparecer seres
extraños y en donde la sensación de soledad, tranquilidad y sosiego es
absoluta, en definitiva, un lugar donde el tiempo se para. Por suerte, esta
sensación se vio facilitada porque nuestro barquito navegó por zonas muy poco
frecuentadas por las hordas de cruceros que invaden otras zonas de la bahía.
Otros amigos que encontramos por el camino no tuvieron la misma suerte y
zarparon desde la ciudad de Halong, siguiendo el mismo recorrido que otros
centenares de barcos y perdiendo la esencia del viaje. Por fortuna, nosotros
pudimos disfrutar la bahía con muy poca compañía, pudiendo disfrutar de un
chapuzón en un mar solitario y sintiendo que ese pedacito de mundo solamente nos
pertenecía a nosotros.
Y una
vez acabado el crucero, tocaba poner tierra de por medio para intentar reclamar
una compensación por las malas condiciones de mantenimiento que presentaba
nuestro barco. Después de diversos correos electrónicos mostrando clara y
fervientemente nuestro descontento, el dueño de la empresa (Ecofriendly tours) accedió a devolvernos
el 40% del importe total a modo de compensación. Ciertamente, cuando le escribí
el primer correo, no esperaba obtener ninguna respuesta positiva, sino tan solo
usar mi derecho a la pataleta, pues bien es sabido que una vez has pagado, poco
tienes que ganar cuando haces una reclamación. Pero en esta ocasión tuvimos
mucha suerte, y que nos devolviera casi la mitad nos sorprendió mucho, mucho y
mucho, pero nos vino de perlas para arreglar un poco el presupuesto del mes. Ya
os imagináis como lo celebramos ¿eh?
28 de septiembre de 2012
Under the typhoon
10 de septiembre de 2012
El timo del taxímetro
Hoy
abandonamos el frenesí automovilístico de Hanoi para buscar un remanso de paz
en la isla de Cat Ba (con permiso de los tifones). Dejamos nuestro hotel después
de un copioso desayuno y cogimos un taxi que nos dejaría en la estación de
autobuses de Luong Yen. Para intentar dejarnos con mal sabor de boca, el
maldito taxista lo primero que hace es ir en dirección contraria. La estación
de autobuses se encuentra al suereste de nuestra posición, además, ayer
habíamos ido hasta allí caminando y sabíamos qué dirección debía seguir el
taxi. Pues bien, la primera dirección que toma el taxista es hacia el oeste (y
mucha pinta de cowboy no tenía el condenado). Le decimos que hay que ir en
sentido contrario, a lo que gira en la siguiente calle, ¡pero en dirección
norte! Y el muy c…….. se va hasta el mercado de Dong Xuan, ¡no había en la
ciudad otro lugar con más tráfico? Y claro, le volvemos a decir que vaya de una
vez en la dirección correcta, a lo que esta vez, después de haber inflado el
taxímetro, nos lleva por fin rumbo a la estación de autobús. Una vez allí le
decimos que pare a la entrada, pero el muy c….. nos dice que tiene que entrar
en la zona de aparcamiento de los autobuses, y es que (nosotros ya íbamos
prevenidos) si pasa la barrera del parking
lot aprovecha para cobrarnos 10000 dong más. Diana se baja del coche y el
muy listo no abre el maletero (en Asia los taxistas cierran el maletero en cuanto
suben al coche y lo abren ellos cuando se les antoja, así que toca espabilarse)
y cruza la barrera. Entonces, no sé cómo, consigo que el tipo se baje del coche
conmigo, abra el maletero, y cuando ya tenemos las mochilas en nuestro poder,
le pago la inflada tarifa, pero sin los 10000 dong extras que se quería cobrar,
y sin mirar atrás seguimos nuestro camino hasta la sala de espera de la
estación.
Realmente
la carrera no nos salió muy cara si piensas en euros, pero sí para lo que es
Hanoi, pero al final cansa estar regateando minuto a minuto para que no nos
timen, se hacen muy pesados. A pesar de eso, los vietnamitas son, de lejos,
mucho más amables que los chinos, y nosotros vamos aprendiendo el arte del
regateo a marchas forzadas con bastante buen resultado, por lo que vamos
comparando con otros turistas, así que estamos en el buen camino.
Afortunadamente,
el autobús nos había dejado en la misma puerta del hotel que habíamos reservado
la noche anterior (no solemos hacer reservas previas desde que estamos en
Vietnam, pero es que la diferencia de precio lo valía) y disfrutar del calor
infernal que hace en esta isla. No paramos de sudar ni un segundo, a este ritmo
me voy a quedar en los huesos…

Una vez
aposentados, fuimos a negociar un tour privado en barco por la bahía de Halong
para dentro de unos días, cuando vengan a visitarnos nuestros amigos
alicantinos, y además conseguimos una habitación para los días siguientes aún a
mejor precio. Así que habíamos triunfado, porque preguntando por varios hoteles
de la zona, ninguno no había ofrecido un precio tan bajo, y la habitación
estaba bastante bien, con su baño privado, aire acondicionado y wifi. Perfecto.

Después de haber concluido con nuestras tareas,
había que ir a disfrutar de una buena cena y unas Tiger bien fresquitas, ¡qué
ricasssss!
6 de septiembre de 2012
5 de septiembre de 2012
El billete defectuoso

Para resarcirnos, compramos unas latas de atún, unos tomates y una botellita de aceite de oliva (no pudimos resistirnos a la tentación, cara, pero asumible) y ¡qué rica ensalada que nos hemos comido! Después a internetear un rato para atar el tema del crucero por Halong Bay y algún que otro asuntillo, y a callejear en busca de unas Bia Hoi bien fresquitas.
4 de septiembre de 2012
Hanoi
Hanoi,
ciudad de casi 4 millones de habitantes, también llamada en su momento Thanh
Long (Ciudad del dragón volador), es una ciudad que nos había despertado cierto
temor, pues algunos viajeros que encontramos por el camino nos habían advertido
que era una ciudad terriblemente caótica, ruidosa, sofocante y agobiante, por
lo que en un primer momento pensamos en escapar cuanto antes del bullicio de la
metrópolis e ir a buscar un remanso de paz en medio de la naturaleza. Por
fortuna, no lo hicimos y pasamos 2 noches en la ciudad. Nada más llegar, a
regatear, esta vez con un taxista. El tiro nos salió un poco por la culata,
pero no tuvimos que pedir un rescate a la Merckel, así que puestos sobre aviso, fuimos a
negociar hoteles cerca de la zona mochilera hasta que conseguimos uno económico
y con desayuno buffet incluido (que ha sido de los mejores desayunos de los que
disfrutaríamos en nuestro paso por este país con forma de dragón). Y después, a
callejear.
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