Después
de abandonar Cat Ba, nos dirigimos hacia Ninh Binh, una pequeña ciudad al sur
de Hanoi y un lugar donde disfrutar de unos increíbles paisajes kársticos (que
son la tónica en toda la península de Indochina) muy similares a los de la
bahía de Halong, pero esta vez en lugar de estar rodeados de agua, lo están de
arrozales.
La ciudad en sí no tiene mucho que ofrecer y
no tiene ningún encanto, pero es una buena base de operaciones para alquilar
una bicicleta o una moto y visitar los alrededores. Eso hicimos. Alquilar unas
bicicletas vietnamitas, con cesta delantera incluida, en plan Verano Azul, e ir
hasta la Tam Coc, un canal de agua artificial rodeado de espectaculares
paisajes kársticos donde subirse a una pequeña barquita manejada por lugareños
que utilizan los pies para remar, atravesando pequeñas grutas y disfrutando de
la tranquilidad del lugar durante un par de horas.
Tras el viaje en barca, se puede continuar
pedaleando por los alrededores y visitar diferentes cuevas y santuarios.
Nosotros, en lugar de eso, nos perdimos con nuestras bicicletas por entre medio
de los arrozales para alejarnos de la carretera principal y descubrir pequeños
pueblos y asentamientos en donde poder aprender algo del día a día de los
vietnamitas.
Quizá Ninh Binh no sea un lugar al que
dedicarle más que un par de días a lo sumo, aun así, a nosotros nos sorprendió
gratamente, superando con creces las expectativas, y al menos en nuestro caso,
lejos de la marabunta de turistas (principalmente chinos) de otras zonas de
Vietnam. Un lugar precioso.
0 comentarios:
Publicar un comentario