18 de marzo de 2013

Circuito del Annapurna. Chamche-Danaque



Esa noche me costó dormir más de lo normal, aunque al final lo conseguí. El día amaneció soleado y fresco, por lo que rápidamente nos pusimos en marcha ante lo exigente de la jornada. Antes de caminar, obviamente, un buen desayuno con un té calentito calienta el cuerpo y anima el espíritu. Las primeras dos horas y media han sido duras, salvando un gran desnivel en el último kilómetro, justo antes de llegar a Tal (1700 metros), pueblo que parecía no llegar nunca. A medida que caminábamos aparecía a lo lejos una cumbre nevada que parecía enviada por los dioses para animarnos a proseguir el camino sin decaer. Al coronar la colina, ni rastro de Tal, así que descanso de 10 minutos, consulta de mapa, perfil y panel de distancias informativo, y a continuar. Pocos metros después, tras cruzar un pórtico rudimentario y solitario, las vistas que aparecieron ante nuestros ojos quitaban el hipo. De repente olvidé el cansancio y el esfuerzo realizado. Ante nosotros se habría un valle maravilloso que bañaba al pueblo de Tal, que nos daba la bienvenida con el colorido de sus casas. Al entrar en Tal descansamos un rato, a la vez que rellenábamos las botellas de agua en la Safe drinking water station (una serie de puestos donde rellenan botellas con agua purificada, apta para el consumo inmediato, a un precio de 35-50 rupias dependiendo de la altitud del puesto) y a proseguir el camino hacia Danaque impregnados por el aroma de las plantaciones de marihuana silvestre que hay a la salida del pueblo. Si os lo preguntáis…¡NO, no nos hemos fumado un petardo!
 

El resto del camino fue bastante más sencillo, aunque en este tramo los pueblos están distribuidos de tal manera que siempre hay un hotel-restaurante solitario al inicio del pueblo, pero hasta el verdadero núcleo urbano pueden quedar entre 10 y 30 minutos, lo que al final del día puede llegar a desanimar un poco a medida que te acercas a tu destino final.

Finalmente, y tras 25 km, llegamos al objetivo del día, Danaque (2200 m), después de 6 horas de caminata. Encontramos un lodge al final del pueblo, que para nuestra desgracia estaba repleto hasta los topes, con lo que cuando me tocó el turno de ducha no quedaba agua caliente (en el recorrido, salvo excepciones, el agua caliente se obtiene de los depósitos de agua de los hostales calentados por la luz del sol) y tuve que ducharme con un agua completamente congelada ¡brrrrrrlllll! ¡Qué frío! Para resarcirme, dos platazos de un dal-bhat exquisito y una sobremesa con un calentito te al limón con jengibre y miel. Y a dormir, o al menos intentarlo, ya que el hotel estaba repleto de jóvenes israelíes fumando hierba y armando jaleo a los que tuvimos que llamar la atención en varias ocasiones antes de que nos permitieran descansar…en fin, ¡buenas noches!


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