Nos
despertamos con la asombrosa vista matutina del Annapurna. Desayunamos un
chocolate caliente y nos ponemos en marcha camino a Ghasa. Una vez conseguido
el objetivo de ver el Annapurna decidimos afrontar los días restantes con
tranquilidad y acabar el trekking en Tatopani. El día es soleado, como hasta
ahora la mayoría, por fortuna, y salimos carretera abajo. A las primeras de
cambio, tomando un pequeño atajo, resbalo y me doy un leñazo de narices,
afortunadamente sin más consecuencias que unos pequeños rasguños en las manos y
un pequeño golpe en el costado izquierdo. La mochila amortiguó la caída. El
resto del camino es corto y muy cómodo, en constante y progresivo descenso. En
hora y media nos plantamos en Ghasa (2010 m) y, tal como habíamos
previsto, nos detenemos aquí. Negociamos el precio de la habitación por 100
rupias (1 euro), nos damos una ducha de agua caliente (después de cambiar un
par de veces las bombonas de gas) y cogemos nuestras tarjetas TIMS para ir a
registrarnos al puesto de control.
Una vez hechos
los “deberes” nos damos un paseo por los alrededores del pueblo, por unos
pequeños campos dispuestos en terraza, para respirar un poco de naturaleza,
bosques y prados, estirarnos un buen rato en la hierba y disfrutar de la
tranquilidad del lugar mientras tomábamos el sol.
El resto de la
mañana la pasamos en la terraza del hostal soleándonos y dejando pasar el
tiempo sin más. Por la tarde unas partidas de cartas bajo la luz de las velas
esperando la hora de cenar y a dormir. A la mañana siguiente a Tatopani y sus
termas.
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