A pesar de
haber superado el paso de Thorong-La y la parte más dura del trekking, éste
no había terminado todavía. Nos quedaban por delante unas cuantas etapas más.
El día siguiente nos levantamos temprano para coger la directa hacia Jomson, ya
que debíamos llegar lo antes posible para que Fran pudiera reservar un vuelo a
Pokhara para el día siguiente o bien algún tipo de transporte terrestre y
asegurarse la llegada a Kathmandú con tiempo suficiente antes de coger su vuelo
de vuelta. Ya nos abandonaba…
Salimos a las 7 de la mañana en dirección a Kagbeni (2800 m), realizando una continua bajada hasta que llegamos a una loma desde donde ya pudimos divisar el curioso pueblo (idealizado y muy sobrevalorado por los comentarios de la Lonely Planet) y por primera vez el maldito, como comprobaríamos a continuación, valle del Kali Gandaki. Desde esta atalaya pudimos disfrutar de una imponente vista de los Nilgiri norte y central así como de Kagbeni y de la parte norte del valle del Kali Gandaki. Tras unos minutos de disfrute personal bajamos hasta Kagbeni y continuamos por la carretera en dirección a Jomson hasta llegar a Eklebhatti (2740 m), también llamado Old Kagbeni, un asentamiento donde solamente encuentras cuatro hoteles como únicas edificaciones, muy desolador. Eran las 11:15 horas. Descansamos diez minutos y reanudamos la marcha por el valle del Kali Gandaki o el “valle del infierno”, como le llamaríamos a partir de ahora (también lo llamábamos otras maneras no aptas para publicar en un blog).
Salimos a las 7 de la mañana en dirección a Kagbeni (2800 m), realizando una continua bajada hasta que llegamos a una loma desde donde ya pudimos divisar el curioso pueblo (idealizado y muy sobrevalorado por los comentarios de la Lonely Planet) y por primera vez el maldito, como comprobaríamos a continuación, valle del Kali Gandaki. Desde esta atalaya pudimos disfrutar de una imponente vista de los Nilgiri norte y central así como de Kagbeni y de la parte norte del valle del Kali Gandaki. Tras unos minutos de disfrute personal bajamos hasta Kagbeni y continuamos por la carretera en dirección a Jomson hasta llegar a Eklebhatti (2740 m), también llamado Old Kagbeni, un asentamiento donde solamente encuentras cuatro hoteles como únicas edificaciones, muy desolador. Eran las 11:15 horas. Descansamos diez minutos y reanudamos la marcha por el valle del Kali Gandaki o el “valle del infierno”, como le llamaríamos a partir de ahora (también lo llamábamos otras maneras no aptas para publicar en un blog).
Habíamos leído
infinidad de blogs y guías de viaje y en ninguna de ellas se comentaba que en
este valle de mierda hace un viento inhumano que levanta unas nubes de
polvo de altura, fuerza y espesor inimaginables que imposibilitan la visión más
allá de 10-15 metros ¡ya podía alguien decir algo al respecto! ¡Manda huevos!
Se suponía que debíamos tardar una hora y media en llegar a Jomson desde
Eklebhatti, pero finalmente fueron dos horas y media y aún tuvimos mucha
suerte. El camino hasta Jomson (2720 m) discurre por el
lecho (en esa época seco) pedregoso del río. En época de lluvia puede ser
intransitable por las crecidas del río. La ventisca que nos acompañó todo el
camino, unida a las nubes de polvo que nos impedían ver incluso tres en un
burro no nos dejaban más opción que ir con ataviados con nuestros gorros, a
pesar del calor, y las bragas en la cara, dejando únicamente al descubierto los
ojos, que cubrimos con las gafas para evitar, en la medida de lo posible, que
nos entrara polvo. ¡No veíamos una mierda! Costaba incluso caminar, pues íbamos
en dirección contraria al viento. Trabajo nos costó llegar a Jomson, llenos de
polvo, de auténtico color marrón. En la vida he tragado tanto polvo…¡menudo
calvario!
Una vez en
Jomson, pasado el mal trago, ya a salvo, no hubo momento para relajarnos. A
nuestro amigo Fran le entraron las prisas y cogió un autobús que le llevaría a
Ghasa con la esperanza de llegar a Pokhara el mismo día o al día siguiente,
todo ello sin casi tiempo de recuperar el aliento.
Tras la breve
despedida había que buscar hotel. En principio, Jomson es la capital y centro
comercial de la región y por lo que habíamos oído, esperábamos encontrarnos un
pueblo con más movimiento. Todo lo contrario. Se trata de un pueblo
extremadamente feo, poco acogedor y sin encanto alguno, y para colmo, con el
añadido de padecer los azotes del viento al estar situado en pleno “valle del infierno”. Además está muy
mal estructurado. Si quieres encontrar alojamiento debes caminar un kilómetro
hasta encontrar un puente de madera, cruzarlo, y continuar recto otro kilómetro
para llegar a la zona donde se concentra la oferta hotelera, que contrariamente
a lo esperado, ofrece unos precios totalmente desproporcionados. Después de un
buen rato de investigación encontramos una habitación por 300 rupias justo
enfrente del centro de registro de la ACAP. Realmente es un pueblo para pasar
de largo y continuar hasta Marpha, mucho más acogedor. Nosotros
decidimos pernoctar en Jomson por lo tarde de la hora y porque no nos apetecía
seguir tragando más polvo, ya habíamos tenido bastante.
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