“¡Es! ¡Existe! ¡Todo lo que es o
fue o será está justo aquí en este momento! ¡Ahora!”
Peter Matthiessen (The Snow Leopard)
Nos despertamos con un paisaje
nevado aunque por fortuna no lo suficiente para impedir nuestra marcha. El
paisaje es abrumador, y hacer fotos una locura ¡qué frío! ¡Como para quitarse
los guantes! Avanzamos por el lado derecho del río hasta cruzar una vez más un
puente colgante, en esta ocasión muy resbaladizo a causa de la nieve, pero
conseguimos cruzarlo sin incidencias. Vamos camino de Thorong Phedi en busca de nuestro desayuno, pues hemos salido a las
6 de la mañana para evitar a la maraña de gente y llevar algo de ventaja, ya
que en nuestro destino del día, el Thorong
High Camp se corre el riesgo de quedarse sin alojamiento si se llega
demasiado tarde, las plazas son limitadas.
Llegados a una parte del camino
un poco angosta me adelanto unos metros con la intención de no dejar pasar a
nadie, ya que la gente no tiene ningún cuidado y tengo miedo que algún flipado
me tire barranco abajo. Realmente estoy sorprendido por el tipo de turista que
realiza este recorrido. Aunque los hay de todos los colores, hay mucho
veinteañero que viene de fiesta y a fumar marihuana, mostrando muy poco respeto
(por no decir ninguno) por el entorno, por los habitantes de la región y por el
resto de personas que vamos a la montaña porque la amamos y respetamos.
Curiosamente la gran mayoría de estos veinteañeros tiene la misma procedencia,
que omitiré por razones obvias.
Una vez en Thorong Phedi nos tomamos un buen chocolate con leche calentito
antes de la encarar la parte dura del día, la ascensión a High Camp, 350 metros de desnivel en apenas 2 kilómetros y a 4500
metros de altitud, casi nada. Y para darle más emoción al asunto, no paraba de
llegar gente, por lo que había que darse relativa prisa si no queríamos
quedarnos sin habitación (en un principio pensábamos que era una exageración,
pero realmente las habitaciones se terminaron y hubo gente que durmió en la
sala común e incluso alguno que decidió bajar a Thorong Phedi). Entonces, con el objetivo de no quedarnos a dormir
en la sala común del lodge expuestos al frío, puse la reductora y viendo que
tenía buenas sensaciones subí a un ritmo exigente por primera vez desde que
empezamos el trekking, llegando a destino antes de que llegara la marabunta de
gente y consiguiendo habitación. Objetivo cumplido y encima disfruté como un enano.
Después de hidratarme, dejar la
mochila y recuperar el aliento, volví a bajar en una carrera para encontrarme
con Diana y ayudarle a subir en la parte final de la ascensión. Habíamos
llegado a 4870 metros y ya estábamos muy cerquita de nuestro objetivo.
Como no había tenido bastante,
subí hasta un pico cercano de 4949 metros, ¡mi
primer 4000!, que estaba muy cerca del refugio. Sorprendentemente no tenía
nombre, y es que en Nepal a las montañas de menos de 5000 metros no las
consideran como tal y no las bautizan. Pero yo me sentí de fábula con mi hito
personal. En su cima estuve casi una hora disfrutando de las impresionantes
vistas de los Annapurna II, III y Gangapurna al frente y el Purkhung
(6126 m) y Putrun Himal (6500 m) a la izquierda. Todos los picos para mi
único disfrute, unas vistas sobrecogedoras y probablemente el sitio más
espectacular al que nunca haya llegado. Se respiraba una calma absoluta y me
llené de energía positiva de cara al paso de Thorong-La del día siguiente. ¡Qué
gozada!
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