El día empezó con decepción,
pues a Fran le desaparecieron 5000 rupias (50 euros) que había separado el día
anterior para poder comprar un billete de avión de vuelta a Pokhara desde Jomson en caso de necesidad. Dio la casualidad que durante nuestro día de aclimatación
nuestro “amigo” francés Nicolas pasó largos ratos a solas en la habitación que
compartíamos los cuatro. Aunque no podíamos probar que fuera él quien cometiera el
hurto, hablamos con él en el desayuno, le explicamos los hechos y le dijimos
que a pesar de no poder demostrar su autoría, preferíamos
continuar el resto del viaje sin él, puesto que no nos ofrecía confianza. Un
sabor agrio para comenzar el día.
Dejamos pasar un rato para tratar
de olvidar el lamentable incidente y atacar el desayuno para iniciar la jornada con otro ánimo. Así pues, empezamos a caminar algo más tarde de lo previsto para evitar malas compañías, en una jornada que nos iba a llevar a superar los 4000 metros de altitud. Poco a poco vamos
ganando altura, a pesar de las ampollas, y abandonamos definitivamente la zona
de coníferas para dar paso a un paisaje típicamente alpino, árido pero de
increíble belleza. Al poco tiempo se nos aparece el monte Chulu, que tiene 3 picos,
aunque en esta ocasión solamente nos deja ver el pico oeste (6419 m) y el pico
central (6584 m). Descansamos un rato a sus pies y proseguimos el camino hacia
Yak Kharka. Casi sin darnos cuenta alcanzamos los 4000 metros de altitud, dato
corroborado por el GPS, y nos hacemos la pertinente fotografía para conmemorar
la “hazaña”.
Sin más dilación llegamos a Yak
Kharka (4050 m), donde paramos a tomar un té calentito y descansamos un
rato antes de llegar a Letdar (4200 m), donde conseguimos
una habitación de auténtico milagro en el último lodge del pueblo, pues los
otros dos que hay estaban llenos. Nos damos una ducha a cazos encima de un
barreño a la antigua usanza, bajo un sol radiante y nos comemos un delicioso Dal-bhat. Pasamos la tarde jugando a las
cartas hasta que a las siete y media decidimos ir a dormir, que al día
siguiente había que madrugar algo más de lo habitual para alcanzar el High Camp pronto y no quedarnos sin
alojamiento.
Y antes de ir a la
cama…¡sorpresa! Empieza a nevar. Aparece un poco de canguelo e incertidumbre. ¿Podríamos continuar el camino al día siguiente? Cruzando los dedos esperamos que la cosa no fuera a mayores y pudieramos llegar
sin contratiempos a nuestro destino. Acurrucándonos los tres embutidos en nuestros sacos y con un ataque de risas inesperado conseguimos entrar en calor y conciliar el sueño ¡Namaste y hasta mañana!
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