En este país apenas pasamos una
semana, ya que teníamos el tiempo justo si queríamos visitar Laos antes de ir a
Nepal, y lo que más nos interesaba era visitar las ruinas del complejo de
Angkor Wat.
Después de casi un mes en
Vietnam la entrada en Camboya nos mostró una realidad bastante distinta, con un
país mucho más humilde y una economía más rural y de subsistencia, al que el
régimen de los Jemeres Rojos y la actual corrupción han sumido en la pobreza,
generando una tendencia creciente a la mendicidad, que se ve fomentada por el
aumento del turismo en los últimos años.
Rápidamente te das cuenta de dos
tristes realidades en este país. Primero, de la elevada tasa de
desescolarización del país y la consiguiente explotación infantil, pues es más
frecuente ver niños mendigando las calles, principalmente en los destinos
turísticos por excelencia, que en las escuelas. En eso buena parte de culpa es
del turismo, claro. Y segundo, y más triste todavía, el elevado porcentaje de
turismo sexual, el cual está muy patente en la capital y Siem Reap, siendo algo
escandaloso. ¡Qué asco!
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