Ya hemos dejado la jungla y hemos vuelto a
Luang Prabang. Allí nos estaban esperando nuestros amigos malagueños, Carlos y
Patricia, con los que coincidimos muy brevemente en Xian, y que mientras
estábamos en Luang Nam Tha nos dijeron por whatsapp que estarían en Luang
Prabang en las mismas fechas que nosotros, ¡qué alegría! Teníamos muchas ganas
de volver a encontrarnos con ellos y mucha curiosidad por saber como les había
ido su viaje de dos meses por China.
En el viaje de vuelta a Luang Prabang, otra
vez en minivan, coincidimos con una pareja de Barcelona que estaba de
vacaciones en Laos y con otra pareja mejicana que estaba terminando aquí su
viaje de un año. Esta vez el viaje fue mucho más plácido que el de ida, sin
tanto bote (nos habíamos asegurado de no ir sentados al fondo), aunque
amenizado por la horrible música de una chica laosiana. El único contratiempo
del viaje lo tuvimos en un tramo cuesta arriba totalmente embarrado, en el que
por un momento nos vimos fuera de la furgoneta, llenos de barro hasta las orejas y tirando de una cuerda para poder sacarla de allí. Afortunadamente eso
no ocurrió. La solución la puso el conductor. Que no puedo pasar, no hay
problema. Doy marcha atrás, cojo carrerilla y piso el acelerador a fondo a ver
si consigo pasar. Así hasta 3 veces cogiendo cada vez más carrerilla, mientras
a nosotros se nos ponían de corbata con cada nueva embestida, hasta que al
final el conductor consiguió salir del atolladero sin problemas y con nuestras
caras de susto. En definitiva, el viaje transcurrió sin incidencias y
disfrutando de unos paisajes absolutamente espectaculares, como todos los que
puedes ver en Laos. ¡Qué país tan fascinante!
Al llegar a Luang Prabang, negociamos un tuk-tuk
barato que nos dejara en el centro a los seis. Nada más bajar, apareció otro
conductor de tuk-tuk ofreciéndonos una habitación por 50000 kip (5 euros).
Normalmente hubiésemos pasado de él y hubiésemos ido a buscar alojamiento por
nuestra cuenta, pero casualmente, el sitio que nos ofrecía era el mismo en el
que estaban alojados nuestros amigos malagueños, el Soutikon Guesthouse, así que decidimos acompañarle. Había tres habitaciones disponibles, una para cada una de las parejas, y como nos gustaron decidimos quedarnos.
Después de darnos una ducha fuimos al
encuentro de nuestros amigos, que nos recibieron con unas Beer Lao en la mano y
con los que celebramos el reencuentro los días siguientes, nos pusimos al día,
nos echamos unas cuantas risas y ¡hasta bebimos vino! Un vino francés
riquísimo, vaya tarde nos marcamos el día que se marcharon, aún no sabemos cómo
sobrevivieron a una noche de autobús después de aquella tarde. Sin duda fueron
unos días increíbles, con unos desayunos fantásticos, visitas a templos
budistas, noches inolvidables tomándonos unas birras hasta las tantas y
charlando sin parar, e incluso comiendo unos dumplings de madrugada, ¡qué gozada! Ya estamos esperando volvernos
a encontrar…
El resto de nuestra estancia en Luang Prabang
se activó el mode birthday, pues
celebramos el cumpleaños de Diana y nos dimos algún homenaje a base de una
suculenta cena probando un montón de platos típicos laosianos, increíbles, y
regados como no con vino tinto, así como regalarnos unos masajitos y dedicarnos
a estar de vacaciones y olvidarnos unos días de hacer y deshacer mochilas,
pensar a dónde íbamos y viajar en interminables trayectos de autobús. Y Luang
Prabang es uno de los mejores lugares para hacerlo.
0 comentarios:
Publicar un comentario