Con todo el aspecto de una
ciudad occidental y con los precios por las nubes, la calidad escasa, los
lugareños ofreciendo droga en cada esquina y el turismo sexual a la orden del
día, la capital de Camboya solamente invita a abandonarla cuanto antes. De
todas maneras hay algo interesante que hacer y es visitar el Museo
de Tuol Sleng, un antiguo instituto (Tuol Sray Prey) que en 1975 fue transformado por las fuerzas de
seguridad de los Jemeros Rojos, liderados por el terrible Pol Pot, en cámaras
de tortura, cambiándole el nombre por el de Prisión
de Seguridad 21 (S-21). Aquí llegaron a asesinar a más de 100 personas
diarias en su época de mayor actividad. Los altos cargos de los Jemeres Rojos
se encargaban de sacar fotografías de cada prisionero a su llegada a la prisión
y después de ser torturados. Parte de estas fotografías están expuestas en el
museo y dan buena cuenta de las barbaridades que cometió el régimen de Pol Pot,
que en apenas 4 años fue capaz de realizar una de las reestructuraciones
sociales más salvajes que se recuerdan en la historia contemporánea,
dinamitando la sociedad camboyana y desplazando a los habitantes de las
ciudades hacia el campo, incluidos ancianos, enfermos y los más débiles, y
obligándolos a trabajar como esclavos durante 12 o más horas diarias,
convirtiendo el país en un campo de concentración gigante a modo de “cooperativa agraria”, como lo llamaban,
y eliminando cualquier vestigio de pensamiento intelectual. Como ejemplo,
bastaba llevar gafas para ser asesinado.
Se calcula que los Jemeres Rojos
asesinaron a unos 2 millones de personas. El país fue “liberado” en 1979 por
las tropas vietnamitas, pero la guerra civil continuó en la década de los 80 y
oficiales de los Jemeres Rojos continuaron en
el poder hasta 1991 y aún siguieron en el poder más tarde, cuando el
Partido Popular Camboyano del ministro Hun Sen (exiliado en 1977 y oficial de
los Jemeres Rojos) ganó las elecciones. Pol Pot murió tranquilamente en 1978
habiendo escapado de la justicia.
Actualmente todavía se están
celebrando los juicios de los Jemeres Rojos, que avanzan con desesperante
lentitud debido a la corrupción que impera en el país.
Desgraciadamente, 4 años en la
historia de un país pueden hacer muchísimo daño, como le ha sucedido a Camboya,
donde se palpa a cada instante el impacto que el régimen de Pol Pot y sus
atrocidades ha tenido en la población, y te quedas totalmente impresionado ante
la capacidad que esas personas tienen para seguir adelante y sobre todo, para
seguir manteniendo la sonrisa a pesar de todo lo que han sufrido. ¡Cuánto
tenemos que aprender!
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