19 de noviembre de 2012

Los Jemeres Rojos


                Con todo el aspecto de una ciudad occidental y con los precios por las nubes, la calidad escasa, los lugareños ofreciendo droga en cada esquina y el turismo sexual a la orden del día, la capital de Camboya solamente invita a abandonarla cuanto antes. De todas maneras hay algo interesante que hacer y es visitar el Museo de Tuol Sleng, un antiguo instituto (Tuol Sray Prey) que en 1975 fue transformado por las fuerzas de seguridad de los Jemeros Rojos, liderados por el terrible Pol Pot, en cámaras de tortura, cambiándole el nombre por el de Prisión de Seguridad 21 (S-21). Aquí llegaron a asesinar a más de 100 personas diarias en su época de mayor actividad. Los altos cargos de los Jemeres Rojos se encargaban de sacar fotografías de cada prisionero a su llegada a la prisión y después de ser torturados. Parte de estas fotografías están expuestas en el museo y dan buena cuenta de las barbaridades que cometió el régimen de Pol Pot, que en apenas 4 años fue capaz de realizar una de las reestructuraciones sociales más salvajes que se recuerdan en la historia contemporánea, dinamitando la sociedad camboyana y desplazando a los habitantes de las ciudades hacia el campo, incluidos ancianos, enfermos y los más débiles, y obligándolos a trabajar como esclavos durante 12 o más horas diarias, convirtiendo el país en un campo de concentración gigante a modo de “cooperativa agraria”, como lo llamaban, y eliminando cualquier vestigio de pensamiento intelectual. Como ejemplo, bastaba llevar gafas para ser asesinado.

                Se calcula que los Jemeres Rojos asesinaron a unos 2 millones de personas. El país fue “liberado” en 1979 por las tropas vietnamitas, pero la guerra civil continuó en la década de los 80 y oficiales de los Jemeres Rojos continuaron en  el poder hasta 1991 y aún siguieron en el poder más tarde, cuando el Partido Popular Camboyano del ministro Hun Sen (exiliado en 1977 y oficial de los Jemeres Rojos) ganó las elecciones. Pol Pot murió tranquilamente en 1978 habiendo escapado de la justicia.

                Actualmente todavía se están celebrando los juicios de los Jemeres Rojos, que avanzan con desesperante lentitud debido a la corrupción que impera en el país.

                Desgraciadamente, 4 años en la historia de un país pueden hacer muchísimo daño, como le ha sucedido a Camboya, donde se palpa a cada instante el impacto que el régimen de Pol Pot y sus atrocidades ha tenido en la población, y te quedas totalmente impresionado ante la capacidad que esas personas tienen para seguir adelante y sobre todo, para seguir manteniendo la sonrisa a pesar de todo lo que han sufrido. ¡Cuánto tenemos que aprender!

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