2 de noviembre de 2012

Trajes, turistas y luces de colores


Después de una sensación de resaca que ya parecía olvidada y de continuar disfrutando de una piscina increíble a pie de playa, y después de una salvadora llamada de la chica del hotel, cogimos un sleeper bus en medio de la carretera, casi a la carrera y una vez más bajo la lluvia, de una compañía “nisu” totalmente distinta de la que habíamos contratado, para dirigirnos hacia Hoy An, el destino ideal para quienes buscan “shopping tourism” y hacerse un traje a medida. El autobús era muy gracioso, pues estaba completamente destartalado, algunos asientos no se podían poner en posición vertical y viceversa, y los viajeros daban unos botes tremendos a cada bache que cogía el autobús. Pero llegamos a destino en poco tiempo, y afortunadamente nos dejaron a 15 minutos caminando de nuestro hotel. Dejamos las cosas y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad para ver el atardecer a la vera del río, desde un curioso puente adornado con faroles de colores que hicieron que la puesta de sol fuera un auténtico espectáculo, continuado con el festival de colores de los mercados nocturnos y calles de la ciudad. Una cena en medio de alguna cucaracha desperdigada y unas bia hoi a 4000 dong (20 céntimos de euro), a nuestro juicio lo que más merece la pena de la ciudad.

Aquí recuperamos el 40% del dinero que habíamos pagado por el crucero en Halong Bay, lo que nos llevó tan solo unos minutos, pues el dueño de la compañía realmente cumplió su palabra con diligencia, y más felices que unas pascuas nos fuimos a entremezclarnos con el gentío en los mercados diurnos situados a la ribera del río, a refrescarnos con alguna bia hoi antes de subir al autobús que nos llevaría, previo trasbordo, hasta Da Lat.

A nuestro modo de ver Hoi An es una ciudad extremadamente turística donde no hay mucho que hacer salvo que tu objetivo sea ir de compras (evidentemente de artículos de imitación y dudosa calidad), hacerte un traje a medida (con una oferta escandalosa) y gozar de una variada oferta culinaria siempre que tu presupuesto te lo permita, pero en la que no merece la pena pasar más de una noche. Ésto, como siempre, es una opinión personal.

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