Después
de una sensación de resaca que ya parecía olvidada y de continuar disfrutando
de una piscina increíble a pie de playa, y después de una salvadora llamada de
la chica del hotel, cogimos un sleeper
bus en medio de la carretera, casi a la carrera y una vez más bajo la
lluvia, de una compañía “nisu” totalmente distinta de la que habíamos
contratado, para dirigirnos hacia Hoy An, el destino ideal para quienes buscan
“shopping tourism” y hacerse un traje a medida. El autobús era muy gracioso,
pues estaba completamente destartalado, algunos asientos no se podían poner en
posición vertical y viceversa, y los viajeros daban unos botes tremendos a cada
bache que cogía el autobús. Pero llegamos a destino en poco tiempo, y
afortunadamente nos dejaron a 15 minutos caminando de nuestro hotel. Dejamos
las cosas y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad para ver el atardecer a la
vera del río, desde un curioso puente adornado con faroles de colores que
hicieron que la puesta de sol fuera un auténtico espectáculo, continuado con el
festival de colores de los mercados nocturnos y calles de la ciudad. Una cena
en medio de alguna cucaracha desperdigada y unas bia hoi a 4000 dong (20 céntimos de euro), a nuestro juicio lo que
más merece la pena de la ciudad.
Aquí
recuperamos el 40% del dinero que habíamos pagado por el crucero en Halong Bay, lo que nos llevó tan solo
unos minutos, pues el dueño de la compañía realmente cumplió su palabra con
diligencia, y más felices que unas pascuas nos fuimos a entremezclarnos con el
gentío en los mercados diurnos situados a la ribera del río, a refrescarnos con
alguna bia hoi antes de subir al
autobús que nos llevaría, previo trasbordo, hasta Da Lat.
A
nuestro modo de ver Hoi An es una ciudad extremadamente turística donde no hay
mucho que hacer salvo que tu objetivo sea ir de compras (evidentemente de
artículos de imitación y dudosa calidad), hacerte un traje a medida (con una
oferta escandalosa) y gozar de una variada oferta culinaria siempre que tu
presupuesto te lo permita, pero en la que no merece la pena pasar más de una
noche. Ésto, como siempre, es una opinión personal.
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